Sinhogarismo y acceso a la vivienda, la experiencia de la Fundació Mambré
14/02/2023
En Cataluña, se estima que 18.000 personas se encuentran en situación de sinhogarismo, en sus condiciones más graves: sin techo, en alojamientos de emergencia y en albergues y alojamientos temporales para personas sin hogar (INSOCAT, ECAS, 2022). El sinhogarismo es un fenómeno con múltiples causas: la situación económica y del mercado inmobiliario, la rigidez de los servicios sociales y los procesos institucionales, la migración, la discriminación y causas personales y relacionales como la falta de red social, rupturas familiares, problemas de salud, dependencia o edad, entre otros.
Como destaca el informe INSOCAT 14 de ECAS, “la vivienda, a pesar de ser un derecho básico, se ha convertido hoy en día en un problema estructural y uno de los principales generadores de exclusión social”.
La solución pasa por la combinación de diferentes niveles de respuesta con dos pilares: la garantía del derecho a una vivienda digna y la persona en el centro de la acción social. Por ello, la ampliación del parque público de vivienda social y de interés social con la debida asignación presupuestaria debe ser la prioridad.
La experiencia de la Fundación Mambré, pionera en la gestión de viviendas para personas sin hogar, es una experiencia de red, colaboración y flexibilidad que hace posible la provisión de vivienda digna y apoyo social con la optimización de los recursos económicos disponibles. Mambré ofrece viviendas con diversas fórmulas de acuerdo a las necesidades de las personas y los métodos de intervención que se prioricen en cada caso o programa. La posibilidad de ejercer la tasación y desistimiento para la compra de viviendas con financiación subvencionada de la Generalitat es una oportunidad para ampliar el stock disponible.
Las metodologías de atención al sinhogarismo se han basado tradicionalmente en el modelo de escala, en el que la persona supera una serie de “pasos” relacionados con la inserción laboral, desintoxicación de adicciones, tratamientos de salud mental, en su caso, hasta alcanzar un grado suficiente de autonomía y acceso a una casa compartida. En este camino, los recursos de alojamiento son diversos y temporales: pensiones, albergues, alojamientos residenciales, hasta pisos inclusivos. El liderazgo del plan de trabajo para lograr esta autonomía recae en los profesionales del alojamiento o institución donde la persona está vinculada. Este modelo, sin embargo, no ha sido efectivo en muchos casos, especialmente los más crónicos en situaciones de calle donde las recaídas pueden ser frecuentes y el abandono del proceso supone también la pérdida de vivienda o alojamiento.
En los últimos años se ha difundido un nuevo modelo conocido como “Vivienda Primero”, como un nuevo paradigma de acción social que desvincula la vivienda del tratamiento o apoyo social, de forma que en primer lugar se ofrece una vivienda digna como recurso no condicionado al tratamiento. seguimiento y no como fin. La vivienda suele ser individual y con vocación de permanencia. Desde la vivienda, el acompañamiento pone en el centro a la persona, como sujeto de pleno derecho y respetuoso de sus propias decisiones, y la permanencia en la vivienda no está condicionada al cumplimiento de un plan de trabajo. Una de las principales limitaciones para extender el modelo en Cataluña es la falta de vivienda protegida y social que asegure la permanencia y la posibilidad de que la persona mantenga directamente el contrato de propiedad de la vivienda. Las alternativas de captación de vivienda a través del mercado privado encarecen los programas y dificultan su sostenibilidad.
Más allá de estos dos modelos, Mambré y las entidades sociales con las que colaboramos implementan nuevos programas que aúnan la experiencia de los dos modelos descritos y el trabajo en red con la voluntad de ofrecer posibilidades de acceso a una vivienda social, estable y segura. En este sentido, el programa de Cohabitatge ofrece un contrato de alquiler en vivienda compartida con vocación de permanencia a un precio proporcional a los ingresos a personas que han recuperado su plena autonomía, pero con ingresos precarios que impiden su acceso directo al mercado privado de la vivienda.
Los programas puestos en marcha más recientemente junto con Servicios Sociales de Sant Joan de Déu, Cáritas Barcelona y Formació i Treball, como Ínsula y Vesta -este último con el Consorci del Besòs y los Ayuntamientos que lo componen- establecen la separación contractual, es decir , la persona o familia atendida formaliza un contrato de alquiler de vivienda con Mambré y un contrato de apoyo social con Sant Joan de Déu, entidad que realizará apoyo social intensivo durante un tiempo determinado. La contribución de la persona a la renta será proporcional a sus ingresos. El cese del apoyo social no implica que la persona tenga que abandonar el hogar si puede mantenerlo de forma independiente.
En definitiva, las últimas iniciativas buscan adaptar el recurso vivienda a la persona.
Maira Costa Casas